Por: Rubens Riol Hernández
La segunda exposición
personal de la fotógrafa cubana María Cienfuegos, Memoria instructiva
para penetrar la piel, curada por Sara Alonso (especialista de la
Fundación Ludwig de Cuba), debió provocar la curiosidad de no pocos
transeúntes que visitaran el Centro Histórico de la Ciudad entre los
meses de marzo y abril, específicamente, los alrededores de la Galería
Villena, en la cual fueran exhibidas varias piezas de un singular
magnetismo, debido a sus notables dimensiones y, sobre todo, al
misterio que produce lo inédito. Pues, se trataba de cuatro obras
resueltas a partir del mosaico (técnica bastante inusual en la escena
plástica cubana contemporánea) y la manipulación digital de las
imágenes, donde apreciamos, curiosamente, la figura de varios peces
disecados, sugestivo leit motiv que remeda posibles cementerios
fósiles, donde importa el gesto congelado, ¿incapacidad de acción? y la
indiferencia del objeto en su inmovilidad fantasmagórica, pero ¿cuál
sería su posible destino conceptual? Supongo anacrónico el discurso
ecologista, aunque me llama la atención su cercanía al Museo Nacional
de Historia Natural, donde se conservan ejemplares análogos, quizás los
mismos que inspiraron las fotografías, cómo saberlo.
De
todos modos, sospecho que el alarde pedagógico contenido en el título,
promete un sentido más profundo que el simple hecho de conferirle a un
objeto de interés científico el protagonismo de una obra de arte; y es
justo ahí donde radica la oblicuidad del mensaje. Por tal motivo se me
antoja pensar, que estos seres petrificados, en su calidad de víctimas
-resultado de una disección irremediable- llegan como pretexto al
desfile para insinuar ideas más arriesgadas. Me seduce, por ejemplo, la
posibilidad de una lectura sociológica, según la cual, podríamos
establecer cierta analogía entre el pez (como individuo) y el ser
humano (específicamente, cubano) sustitución simbólica que habla de la
intervención de una realidad “concreta”, al tiempo que exige una
postura crítica, introspectiva, que rebase la mera contemplación. Así,
los grandes paños en forma de bloque que exhiben los segmentos elegidos
de cada espécimen, recortados sobre un fondo negro, significan la
fragmentación del sujeto contemporáneo, a partir de una combinación
aleatoria y un orden adverso, caótico. Suerte de rompecabezas
inexplicable que discursa, tal vez, sobre la convivencia forzada, el
cero espacio para la afinidad, además de esa metamorfosis latente,
inconseguida, dada por las diferencias de textura y la no
correspondencia de las imágenes, por momentos abstractas, paranoicas,
inconciliables. Posible alusión a una creciente desigualdad social,
dejando lugar, unas veces, para el hacinamiento y la promiscuidad
ostensibles desde el horror al vacío, aunque en ocasiones deje libre el
espacio para privilegiar otras posiciones, más cómodas, donde algunos
individuos, incluso, parecen dispuestos para el vuelo.
Todas
estas asociaciones resultan verosímiles debido a la voluntad expresa de
la artista de quebrar la unicidad y la autonomía de las fotos en busca
de una mayor dependencia, conformando un todo donde persiste la
heterogeneidad y los bordes quieren acoplarse, pero no encuentran
lógica; simplemente hay que dejarse penetrar -que no confundir- parece
decirnos la Cienfuegos con su obra. En este sentido, me parece
llamativa la recurrente aparición, entre otros ejemplares, del
Pez-erizo (Diodon Hystrix), que sabemos tiene la habilidad de inflar su
cuerpo tragando agua o aire, volviéndose redondo como una pelota para
reducir el rango de potenciales depredadores según el tamaño de su
boca, y cuyo mecanismo de defensa principal radica en su PIEL, cubierta
de púas inmóviles o eréctiles, símbolo en este caso de resistencia e
indocilidad, a diferencia de los demás peces retratados, cuyas pieles
son menos coraza, por tanto resultan más vulnerables, fáciles de
persuadir o penetrar, que a estos efectos, serían sinónimos.
Resulta
igualmente llamativo el cuidado que tuvo la artista de incluir en la
composición, las pequeñas etiquetas con el nombre científico de las
distintas especies, donde aparece contemplado, el rótulo “Cuba”,
indicador de pertenencia o endemismo, en cada caso, y que en su
conjunto pudiera sugerir una discusión sobre la pertinencia de la
burocracia o el horror de la clasificación, pero se me ocurre que
habría sido más importante defender una noción de identidad. Por tal
razón, queda justificada, otra vez, la elección del pez como metáfora
que encarna y sintetiza “la dimensión física de la Isla, tierra rodeada
de mar, que convoca la idea de unidad hacia el interior o
heterogeneidad homogeneizada en la que los ingredientes no se
disuelven, sino que se alinean, en la fuerza sólida que representa, y a
la vez, en la limitación que implica la idea del bloque”[1]. Así,
solapadamente, llega hasta mí el sentido de Memoria instructiva para
penetrar la piel, cuyas obras, a pesar del extrañamiento que producen,
parecen haber sido concebidas – justo para el espacio que las acogiera
entonces- como una invitación retadora a la exégesis, un desafío a la
inteligencia, porque inteligente ella misma, María Cienfuegos, supo
blandir el símbolo correcto para hablar con voz propia y socializar,
aunque con un pudor aparente, más cautela que otra cosa, el verdadero
lenguaje de un pensamiento inquieto, de una densidad antropológica, si
se quiere, pero cuyo valor socio-cultural no descansa sólo en aquellas
paredes, sino que fue capaz de dejar su huella en nuestra memoria.
Rubens Riol Hernández (Consolación del Sur, 1985)
Graduado
de Historia del Arte en 2009, profesor adiestrado del Colegio
Universitario San Gerónimo, autor y promotor de Rosebud (espacio de
Cine-debate de dicha institución) y crítico. Textos suyos aparecen
publicados en Upsalón, Extramuros, Dédalo, La Gaceta de Cuba, Noticias
de Arte Cubano, Juventud Rebelde, Cine Cubano y algunos sitios en
Internet como los correspondientes a la Fundación del Nuevo Cine
Latinoamericano y el proyecto Esquife de la AHS, entre otros.
[1] Aunque estas palabras fueron tomadas de la fundamentación teórica que hizo la artista para un proyecto de exposición anterior.
Noto que en Memoria… reproduce exactamente la misma idea, debido,
quizás a la dimensión conceptual análoga del mosaico como parte
significante del discurso en ambas propuestas.